miércoles, 21 de noviembre de 2007

El canto del arpista


Para contrarrestar con aquel texto llamado Diálogo de un desesperado con su alma, aquí pongo un tema que debía ser cantado por un arpista ciego que actuaba en las fiestas de los egipcios de clase alta... Es un texto pesimista pero con un toque irónico... Fue motivo de escándalo (incluso intentaron censurarlo) por su falta de fe, por afirmar que no hay un más allá (algo fundamental en la religión egipcia). La conclusión de la "canción" es que aprovechemos el día en que vivimos, sin pensar en el mañana. Un clásico...

Generaciones y más generaciones desaparecen y se van,
otras se quedan, y esto dura desde los tiempos de los Antepasados,
de los dioses que existieron antes
y reposan en sus pirámides.

Nobles y gentes ilustres
están enterrados en sus tumbas.
Construyeron casas cuyo lugar ya no existe.
¿Qué ha sido de ellos?

He oído sentencias
de Imutes y Hordyedef,
que se citan como proverbios
y que duran más que todo.

¿Dónde están sus moradas?
Sus muros han caído;
sus lugares ya no existen,
como si nunca hubieran sido.

Nadie viene de allá para decir lo que es de ellos,
para decir qué necesitan,
para sosegar nuestro corazón hasta que abordemos
al lugar donde se fueron.

Por eso, tranquiliza tu corazón.
¡Que te sea útil el olvido!
Sigue a tu corazón
mientras vives.

Ponte olíbano en la cabeza.
Vístete de lino fino.
Úngete con la verdadera maravilla
del sacrificio divino.
Acrecienta tu bienestar,
para que su corazón no se desmaye.
Sigue a tu corazón y haz lo que sea bueno para ti.
Despacha tus asuntos en este mundo.

No canses a tu corazón,
hasta el día en que se eleve el lamento funerario por ti.
Aquel que tiene el corazón cansado no oye su llamada.
Su llamada no ha salvado a nadie de la tumba.

Hazte por tanto el día dichoso,
y no te canses nunca de esto.
¿Ves?, nadie se ha llevado sus bienes consigo.
¿Ves?, ninguno de los que se fueron ha vuelto.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Sabiduría egipcia (II)

Todos temiendo le imploran;
pero ella no vuelve su cara a ellos.
Ella no viene con aquél que corre a su encuentro.
Ella no escucha a quien la alaba.
Inscripción del año XVI de Cleopatra V